El 12 de septiembre de 2001 a Omar le despidieron de su trabajo en EEUU. Era el día después del atentado de la Torres Gemelas. Sin más, le despidieron. ¿Por qué? Por musulmán
VALENCIA. Le despidieron de la noche a la mañana, sin ningún argumento, sin ninguna explicación. Llevaba años trabajando en la misma empresa con buen comportamiento, buenos resultados y ningún problema. Pero le despidieron.
Omar tiene nombre y apellido musulmán, nació en un contexto musulmán y toda su familia es musulmana. Pero Omar, musulmán de nacimiento, no prodiga con la religión de su país de origen y es bastante crítico con ella, aunque la respeta y no renuncia de ella. Además condena todos los atentados terroristas que utilizan la religión como excusa para matar. Pero nada de esto, su postura moderada, le valió. Le despidieron.
Omar tardó 8 meses en conseguir que le hicieran una entrevista de trabajo y más de un año en que lo volvieran a contratar. Una condena a la que fue sometido y que le dejó ahogado económicamente durante un año, a él y a su familia. Porque Omar vivía en EEUU para sacar a su familia adelante. Pero Omar, era “sospechoso” por tener nombre y apellidos musulmanes, sólo por eso pasó de tener una vida normal y corriente a ser sospechoso. Durante un año se paralizó su vida.
Esta semana especialmente me acuerdo de su historia. Y pienso en todos los “Omar” que hay en el mundo. Por desgracia no es un caso aislado. Es un caso que se generaliza y se extiende vertiginosamente cuando ocurren atentados como el de Paris. Los musulmanes como concepto, refugiados, inmigrantes, etc. pasan de la noche a la mañana a ser “sospechosos”. Se les mete en el mismo saco que a los terroristas, sin discriminación alguna. Sin más. Y no es justo. Porque por un lado están los terroristas y por otro los musulmanes que condenan incluso los atentados.
Es una secuela más de los atentados, de la “guerra” donde estamos todos metidos, de las consecuencias que provocan los actos radicales y extremos que pone en evidencia y demuestra que las víctimas del atentado en París la semana pasada son muchos más que los fallecidos en Paris. Siempre ocurre lo mismo. Este tipo de actos terroristas solo genera víctimas. Y víctimas de todo tipo. Solo crea situaciones injustas en todos los sentidos porque tan injusto es el dolor que sufren las víctimas directas de estos atentados como injusta es la imagen que una vez más se puede dar de los musulmanes. Una imagen sesgada e injusta. Quienes cometen estos atentados son terroristas por encima de ser musulmanes, son terroristas antes que musulmanes. Terroristas fanáticos que utilizan la religión como arma y excusa para saldar otros asuntos pendientes.
Estos atentados, sus reacciones con bombardeos por parte los franceses y las alertas de alarma o el pánico generalizado creado a partir del viernes sólo demuestran el retraso de una sociedad supuestamente avanzada, demócrata, evolucionada y mixta. Una sociedad donde todos deberíamos poder convivir. Una sociedad donde deberíamos seguir aprendiendo lo positivo de otras culturas con sus religiones. Este tipo de atentados lo único que consigue es ridiculizar y radicalizar posturas, dar un paso atrás y sacar conclusiones sesgadas, lógicas o ilógicas pero injustas.
Y si encima no tenemos la posibilidad de vivir o convivir con personas de diferentes religiones o culturas, las posturas se radicalizan más aún por desconocimiento en muchos casos. Por mis vivencias en África y por haber estado viviendo casi dos años en una isla mayoritariamente musulmana, tengo la fortuna de poder diferenciar y la responsabilidad de contar que la comunidad musulmana donde yo he vivido es una comunidad acogedora y estupenda que comulgan con sus creencias y sus rutinas religiosas igual que nosotros aquí podemos comulgar con otras. No voy a entrar en el debate de las religiones, eterno tema de conflicto y un tema muy personal, pero sí que quiero reivindicar una imagen más justa y real con los musulmanes. Y poner mi granito de arena para luchar con esa imagen contaminada por los atentados terroristas donde se está criminalizando a la gran mayoría. Los musulmanes no son sospechosos ni son extremistas por ser musulmanes.
En este punto quiero destacar la actitud del Ayuntamiento de Valencia que aprobará una medida donde los agentes de la Policía Local no van a identificar a inmigrantes por su “perfil racial” y para comprobar si tienen papeles o no. Menos mal que aún hay decisiones que me reconcilian con la política. Menos mal que no vamos a mezclar temas y que no van a cargar más aún contra los inmigrantes el miedo generado en esta sociedad. El tema de los papeles y los inmigrantes, insisto, es otro asunto, alejado totalmente de las amenazas terroristas.
Los ataques terroristas son producto de un sistema y entran a formar parte de las reglas del juego donde todos estamos participando. Europa ha entrado en un juego donde aunque parezca que a veces gana y otras pierde, siempre pierde. Y aunque suene duro, aunque los atentados en Francia puedan tocar sensibilidades más cercanas, sepamos que Francia apoya acciones o guerras explícitas o implícitas de manera directa o indirecto. Y no por ello quiero justificar absolutamente ningún atentado terrorista, aprovecho para condenarlos, pero los atentados terroristas no son producto de la nada, no vienen de la nada. Son actos vinculados a decisiones políticas o económicas que normalmente toman otros en despachos alejados de los lugares de los atentados.
¿En cuántas acciones que han provocado guerras, matanzas, barbaries de todo tipo está implicada de alguna manera Francia? ¿Y España? ¿Europa? ¿Somos conscientes de que al final si jugamos con fuego podemos quemarnos? ¿Somos conscientes que vivimos en países con políticas y políticos que nos meten en este juego? Vivimos en países que han entrado en estas luchas, en financiamientos de guerras y en utilizar a los fanáticos y fanatismos para justificar acciones propias.
Y no quiero dejar de recordar que los medios somos muy responsables de la imagen que los atentados provocan, tanto de las víctimas como de los responsables. Estamos mediatizados y marcados por nuestro punto de vista condicionado por nuestra educación, contexto, entorno, historia, etc. El mismo día que ocurrió el atentado de París, ese día Líbano lloraba a más de 50 muertos y más de 200 heridos en otro atentado que pasó sin pena ni gloria. Y ahora veremos la repercusión que tiene el atentado de Mali, una excolonia francesa, por cierto. Quiero ver las banderas en apoyo a las víctimas de Mali que nos colgamos en nuestros perfiles de Whatsapp o Facebook. No tengo más preguntas señoría.